Es de creencia popular que reconocidos artistas como Beethoven o Picasso no tenían rutinas de trabajo sino que “la inspiración” les llegaba a sus mentes privilegiadas y, sólo en esos momentos que sucedían espontáneamente, estos artistas podían crear sus obras maestras.

Mason Currey, en su libro “Daily Rituals: How Artists Work” demuestra que no es así, por lo menos en la mayoría de los casos. Estas personas tenían rutinas que se esforzaban en cumplir y, a través del esfuerzo diario, llegaban a producir sus grandes trabajos.

El siguiente gráfico muestra que tareas realizaban estos creativos en cada momento del día. Se puede notar a simple vista que muchos de ellos trabajaban en horarios similares a los “de oficina”:

 

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